Se critica, con frecuencia, el
incumplimiento de las garantías constitucionales, pero no se presta atención,
de ningún modo, a la esencia formalista del Estado de Derecho y a la ausencia
de la responsabilidad moral en la realización de aquèllas.
“Garantìas constitucionales…garantías procesales…” Pero, a la hora de
la verdad, el Estado de Derecho nada garantiza.: en el Estado de Derecho, el
Derecho es inseguro, como veleta expuesta a todos los vientos, justamente
porque no funciona el timón de la Moral, a diferencia del Estado Ético de
Derecho, que cuenta con un cartabón superior (Principio Ético), expresión de la
Ley Moral, dirigida, objetivamente, a la satisfacción real de la dignidad
humana.
En el
sistema de mero Derecho, el concepto de Justicia se inclina a un enfoque
predominantemente formal, mediante una interpretación dogmático-conceptual de
la ley, que impide soluciones de equidad. En un régimen hiperpolitizado, el
concepto de Justicia se satura de elementos perversos que la convierten en
“justicia de partido", fundada en una ideología sectaria y excluyente, que
contradice la esencia de aquélla, aun cuando se hable de Estado de Derecho. En
el Estado de Derecho, además, se deja al libre albedrìo del funcionario, que
èste acate o desacate, cumpla o haga cumplir la ley, conforme a sus propios
intereses.
El Estado
Ético de Derecho conjuga esencialmente los Principios Ético y Jurídico, y por
esta razón el concepto de Justicia se define con referencia al Principio
Superior de Perfección del orden moral, vertido sobre el Principio de
Perfección del orden social, en función, siempre, de la dignidad humana. El
Estado de Derecho se satisface con el Principio Jurídico y, cuando ocasionalmente
menciona la Ética, lo hace desde muy lejos, como quien apenas tolera la sombra
de un intruso.
Mientras en
el Estado de Derecho el Estado es juez y parte a la vez, pues elabora las leyes
y las administra, en el Estado Ético de Derecho, tanto el Estado como el
Derecho se supeditan a una instancia superior, que es la Ley Moral.
En fin, el
Estado de Derecho cuadraba con el espíritu de las apariencias, propio de los
siglos anteriores, a diferencia del Estado Ético de Derecho, que corresponde al
espíritu de apertura, de autenticidad, que demanda el nuevo milenio.
El
Principio Ético constituye una garantía práctica, un recurso expreso, real,
cierto, que el pueblo puede utilizar con eficacia, y cuya sola presencia
advierte de su fuerza potencial. Una vez se desencadene esta fuerza, su inercia
positiva impulsará el desarrollo del Estado y el saneamiento de la Administración
Pública. Claro que el Principio Ético no puede marchar solo: se requiere el
ímpetu consciente de los ciudadanos, que le dinamicen, a través de los Recursos
de Reclamo y de Queja Moral y del ejercicio de las Acciones Morales, en contra
de la arbitrariedad. Especìficamente, la Acciòn de Enjiciamiento Moral de los
funcionarios.
En el Estado de Derecho se establecen las llamadas “garantías
constitucionales”, Pero, el Estado de Derecho realmente nada garantiza. Nada
puede garantizar porque deja de lado la “garantía garante” radical e ineludible
del Principio Ètico, único que puede asegurar el cumplimiento de la
Constituciòn y de las leyes, en la medida en que todas y cada una de las
actuaciones del Estado se funden en la conciencia moral de los funcionarios,
incitados, no por conveniencias personales o de grupo, sino por la convicción
interna de la necesidad moral. Es cierto que la sujeción a la ley, la
separación de los Poderes, el control contencioso-administrativo y
constitucional, la tutela judicial, el reconocimiento de los derechos
fundamentales, etc., son rasgos constitutivos del Estado de Derecho. Pero,
¿puede funcionar en la pràctica alguno de ellos, como es debido, sin la
injerencia directa del Principio Ètico, es decir, sin un funcionario moralmente
consciente?
En el mundo de hoy, pretender conducirse solamente por el Principio
Jurìdico, manifiesta una actitud obsoleta, propia de la prehistoria del
Derecho, cuando aùn no habían sido proclamados los derechos humanos, cuya
fundamento es la Moral.