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IUS-Etica Un nuevo paradigma: Estado Etico de Derecho

El Derecho está agotando sus fuerzas y requiere de una revitalización que sólo la Moral puede brindarle

. LA IUS-ÈTICA Y LOS JURISTAS Juan Josè Bocaranda E


LA CLAVE IUS-ÈTICA DE HOY.
LA IUS-ÈTICA Y LOS JURISTAS
Juan Josè Bocaranda E

La Ius-ètica no pretende excluir el Derecho para reemplazarlo por preceptos morales. El Sistema Ius-ético no sólo no contradice el sistema de Derecho, sino que lo fortalece, porque profundiza en la responsabilidad, incluso moral, del funcionario público, todo lo cual redunda en el desarrollo sano del proceso, en busca de una Justicia Moral, sobre la base de la Seguridad Moral como garantía de la Seguridad Jurídica.

El Sistema de Acciones y Recursos Morales que propone la Ius-ética, corre paralelo al sistema de Acciones y Recursos Jurídicos tradi­cionales, de tal modo que no se interfieren. Cuando el abogado considera que en la actuación del Estado el funcionario no violó el Principio Ético sino el Principio Jurídico, interpone las Acciones Jurídicas o tradicionales pertinentes, sin la injerencia del Sistema Ius-ético.
Es lo que denominamos bifuncionalidad procesal, propia del Sistema Ius-ético Adjetivo, cuya utilidad práctica debería ser objeto de estudio de las Escuelas de Derecho, en vez de rehuir el planteamiento, pues con actitudes cobardes, que se niegan a enfrentar la verdad, no puede avanzar el Derecho en forma realmente significativa.

Se debe partir del convencimiento de que la Ius-ética no es utopía, no es ilusión. E1 Principio Ético es norma constitucional vigente. Su violación puede ser alegada desde ya.


SABIOS Y ERUDITOS. Juan Josè Bocaranda E.



Prensa
Aquí cabe de todo 
SABIOS Y ERUDITOS
Juan José Bocaranda E

Para ubicar las cosas en su justo lugar…

Cuando, en primer año de Derecho, un compañero entregó la prueba del examen de Constitucional, salió del aula lastimosamente  meditabundo. De pronto, gimiendo, se propinó una fuerte palmada contra la frente, porque ¡se le había olvidado una coma…! A  punto de  caer infartado, lo auxiliaron algunos compañeros, quienes se apresuraron a darle algunos sorbos de agua...

”Este tiene evidente vocación para erudito” –pensamos-, y el tiempo nos dio la razón. En pocos años se destacó de tal forma que era llamado con frecuencia a diferentes programas de televisión, donde ostentaba una memoria portentosa. Parecía  un volcán de datos, fechas y autores, con la mención de títulos y subtítulos de toda una ristra de libros de vieja y de nueva data. Por supuesto, jamás perdía la oportunidad para difundir que se había graduado summa cum laude. Lo que no decía era la forma en que lo había logrado, a punta de mero caletre. Se  perfeccionó aun más, para impresionar a los televidentes que todo se lo tragan, aprendiéndose de memoria el índice de contenido de los libros, para dar la impresión de que poseía una cultura que se perdía de vista. Y como los semejantes se atraen, contrajo matrimonio con una joven abogada,  hija de un profesor eminente y la cual  también se había graduado utilizando el mismo recurso procesal: “cum summo caletre”. Y por esa vía habían realizado un posgrado, devorando a grandes zancadas cerros de libros, como lo ordenaba el Profesor Desaforado, también erudito..

Ahora bien, cuando se pondera que alguien es una persona sabia, suele decirse que es un erudito. Y en efecto, la etimología latina así lo lleva a entender. Sin embargo, a pesar de todo lo que digan Plinio, Cicerón y todos los demás,  sabiduría y erudición no son sinónimos, como tampoco lo son sabio y erudito.  Erudito es el que reúne una gran variedad de datos y noticias, pero sin encadenamiento filosófico,  sin sistema. El erudito no llega a entrelazar y ordenar la variedad de noticias para integrar un  conjunto ordenado de conocimientos, porque esto  exige profundización, reflexión y análisis, síntesis, jerarquización, coordinación y conclusiones originales y plausibles. Nada de esto, porque el erudito carece de algo fundamental,  que distingue al sabio: la creatividad. Por cierto,  la Educación, a todos los niveles, debería orientarse a generar seres pensantes y creativos, en lugar de favorecer la existencia de simples acumuladores de conocimientos.

Para Roque Barcia,  docto es el hombre que ha aprendido mucha doctrina, sabio es el que la tiene, no sólo por estudio, sino también  por propia observación y propio talento. La tarea del docto consiste en aprender. la del sabio, en ordenar, la del erudito, en averiguar y leer. El docto entiende un libro, el sabio lo demuestra, el erudito ve el título, el autor, la edición y la fecha. El docto enseña, el sabio escribe, el  erudito cita. El  docto ve la serie, el erudito, el hecho.  El sabio comprende la razón de la serie y del hecho. Lo contrario de docto es indocto. Lo contrario de sabio, ignorante. Lo contrario de erudito, rudo”. (Aunque –decimos nosotros- hay muchos eruditos que se muestran rudos, por la petulancia con la que (mal)tratan…

Los eruditos suelen ser llamados como asesores en lo profano y en lo divino, en lo de aquí y en lo de allá,  a todas las escalas. Para ello suelen echar manos de decenas y decenas de frases, refranes, aforismos y proverbios. Pero, por mucho que se esponjen, jamás expresan ideas verdaderamente importantes. Porque esto último queda para los sabios auténticos, si bien se da la paradoja de que la gente estúpida y mediocre los asumen como sabios, mientras que a los sabios los menosprecian como tontos, porque, simplemente,  no son hojarasca agitada por los vientos, sino amantes de la modestia y del silencio. 

Hay muy pocos sabios y, según se las creen,   muchos “eruditos”. Por eso debemos afinar el oído, para que captemos las diferencias y tengamos las cosas muy claras, bajo el dicho de la sabiduría popular de que “los toneles vacíos son los que suenan”.



LAS LEYES Y LOS FUNCIONARIOS. Juan Josè Bocaranda E



Prensa
Aquì cabe de todo

LAS LEYES Y LOS FUNCIONARIOS
Juan Josè Bocaranda E

En un país deben existir tantas leyes cuantas exija la realidad, pero sòlo bajo el convencimiento de que las mismas no están imbuidas de una virtud mágica que les haga surtir efectos por sì solas, al margen del papel que, respecto a ellas, debe desempeñar aquel ser humano de carne y huesos, que todos conocemos, llamado funcionario. Justamente, el problema de la ineficacia de las leyes es consecuencia del hecho de que no se enfatiza en forma suficiente, la responsabilidad del funcionario en su deber de cumplir y hacer cumplir las leyes. Al parecer no quiere darse cuenta de que cumple la ley únicamente  en la forma y en la medida en que haga que los ciudadanos les den cumplimiento.

Bien es cierto que los sistemas jurídicos modernos establecen una cuádruple responsabilidad del funcionario: penal, civil, administrativa y disciplinaria. Pero,-lo hemos señalado en muchas oportunidades- la responsabilidad meramente jurìdica no basta, porque se requiere, como base, el énfasis plenamente consciente de la responsabilidad moral. Y asì lo demuestra la realidad social: abundan  leyes que pretenden ser completas y técnicamente perfectas, no obstante lo cual se cumplen a medias o, sencillamente, no se cumplen, y no se cumplen porque la falla comienza por la base: un funcionario corrupto o negligente, que se da por desentendido, a menos que pueda hallar en su oficio alguna ventaja económica ilegìtima. En dos palabras, no hace honor al juramento mucho màs allà del compromiso jurídico: el compromiso que tiene, como ser humano  y como ciudadano y patriota, con su condición de sujeto de responsabilidad moral.

Hace mucho tiempo llegó el momento de tomar consciencia de que el  libre albedrìo no puede ser aplicable en el ámbito de la Moral Pùblica; de que el funcionario no està en libertad de optar, moralmente, entre hacer cumplir la ley o dejar de hacerlo.  Ha llegado el momento de profundizar, para que el Estado sea efectivo, al conjugar la eficacia de la ley con la eficiencia del funcionario. Eficiencia èsta que depende del grado de entrega del funcionario al idea de contribuir a la formación y consolidación de un país mejor.

Es necesario imponer coactivamente al funcionario el deber moral de cumplir la ley, sin excusas ni contemplaciones. Para ello està el Principio Ètico Constitucional, cuya presencia gigantesca y deslumbrante como un sol, muy pocos quieren mirar justamente porque  otorga beligerancia plena a los valores morales en el sistema legal. Es decir, los valores morales penetran plenamente en el sistema legal, haciéndose jurídicamente obligatorios, a través del Principio Ètico, que debe regir sobre todas las actuaciones del Estado, sobre la totalidad del ordenamiento jurídico y sobre el comportamiento de los funcionarios. Por consiguiente,  constituye un drástico factor de disciplina administrativa.

.Puede crearse un océano de leyes, pero fracasaràn todas, porque no se le saca partido a un factor esencial como el Principio Ètico.


CRISIS DEL ESTADO Y CRISIS DEL DERECHO. Juan Josè Bocaranda E


LA CLAVE IUS-ÈTICA DE HOY.
LA CRISIS DEL ESTADO Y LA CRISIS
DEL DERECHO VINCULADAS.
Juan Josè Bocaranda E

Las crisis que azotan el Planeta se muestran cada vez más agudas. Por esta razón se precisa agudizar también la calidad y las formas de las soluciones. Hemos de admitir que los problemas que antes se resolvían, quizás, con el Derecho, hoy se resisten a soluciones puramente jurídicas. Porque causa es cada vez más profunda, por lo que se requiere un Estado cuya estatura moral resulte proporcional a la entidad de los problemas. La realidad complica porque los problemas nacionales y los problemas globales están crecientemente vinculados.
Por otra parte, ¿cómo un Estado moralmente minusválido puede estar en condiciones reales de resolver los problemas de su población, si carece de aquella fuerza poderosa y elocuente que emerge del ejemplo vivo, y que se llama autoridad moral?
Cuando el pueblo vive día tras día la presencia de un Estado carcomido por la desidia y minado por la corrupción, percibe que las soluciones pueden ser auténticas, y padece los efectos de un círculo vicioso: un Derecho ineficaz producto de un Estado ineficiente, y un Estado ineficiente que no puede ser rescatado por un Derecho ineficaz.
De ello se desprende que la crisis es doble y a la vez unitaria: la crisis del Estado y la crisis del Derecho, esencialmente vinculadas.







¿LA SALVACIÒN DE LA HUMANIDAD ESTÀ EN LA CIENCIA? Juan José Bocaranda E




PRENSA

AQUÌ CABE DE TODO

¿LA SALVACIÒN DE LA HUMANIDAD ESTÀ EN LA CIENCIA?
Juan José Bocaranda E

José Luis Sampedro, escritor, humanista y economista español, publicó en 2009  una serie de artículos suyos, bajo el título “Economía humanista. Algo más que cifras”, que podría resumirse en su aspiración “por una economía más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos”.

Entrevistado por la prensa, dijo que “hay unos  economistas que se dedican a hacer más ricos a los ricos, y otros, a hacer menos pobres a los pobres”, y que él ha defendido siempre la necesidad de controlar el mercado.

Refiriéndose expresamente al “neoliberalismo”, OBSERVÒ que “los neos, sean catecúmenos o liberales, no son nuevos. Cuando a una cosa hay que ponerle el prefijo neo es que no lo es. Cuando uno es nuevo no hay necesidad de decir: ¡oiga, que yo soy nuevo! Simplemente la gente dirá: a usted no le había visto nunca”. 

En cuanto al concepto de socialismo, expresò que éste defiende la propiedad pública de los medios de producción y que en el bloque soviético lo que había, en el fondo, era capitalismo de Estado. “Si por socialismo se entiende la propiedad pública y la dirección pública, auténticamente pública, que es la verdadera democracia, entonces soy socialista. Claro que el socialismo de verdad, que yo sepa, no se ha aplicado nunca”.

Más adelante señalò que el tan mentado desarrollo sostenible es insostenible y que “la población mundial se ha triplicado desde 1900 hasta hoy y, desde luego, la capacidad de regeneración del planeta no se ha triplicado. Eso no se puede mantener. Imposible”,  Además, se está destruyendo valores básicos, como  la justicia, la dignidad, la libertad, que son constitutivas de la civilización.  La barbarie ataca los valores de la civilización…”.Para mí es una época paralela al derrumbamiento del Imperio romano. Se acabó el Imperio y empezó la barbarie. Lo de Gaza es barbarie, los campos de Hitler y Stalin fueron barbarie, el ataque a Irak es barbarie”…

Sampedro ve la esperanza de salvación para la Humanidad, en la ciencia. Porque “lo único que avanza es la ciencia, que sigue aportando conocimientos del espacio, materiales y recursos de comunicación, de informática, de genética, de nanotecnia..”

Sin embargo,  nosotros preguntamos:
 ¿Acaso la ciencia constituye un mundo aparte de todo lo demàs?
¿La ciencia no se encuentra inmersa en este mundo en crisis?
 ¿Los que manejan la ciencia viven en otro planeta?
¿Quién puede y debe controlar a los científicos  sino el Estado?
 ¿Mas, ¡el Estado de Derecho? ¿Èse que manifiesta una decadencia creciente?  ¿Y con un Derecho intrínsecamente ineficaz, que cae en la irrespetabilidad?


No. La esperanza de la salvación de la Humanidad está en la Humanidad misma, si lleva a cabo una gesta suprema de autorrescate y autosuperación. Es decir, si sabe mirarse a sí misma como una mina de valores subyacentes fundados en la consciencia de su propio valor: la dignidad humana.

ARBITRARIEDAD JURÌDICA Y ARBITRARIEDAD MORAL.Juan Josè Bocaranda E


LA CLAVE IUS-ÈTICA DE HOY.
ARBITRARIEDAD JURÌDICA
 Y ARBITRARIEDAD MORAL
Juan Josè Bocaranda E


El Estado incurre en arbitrariedad meramente jurídica cuando quebranta las reglas que él mismo ha creado (el Principio Jurídico), e incurre en arbitrariedad moral cuando, cumpliendo o no las reglas que él mismo ha creado, quebranta deliberadamente una ley que él no creó: la Ley Moral (Principio Ético). 

¿DE QUÈ SIRVEN LOS MANDATOS CONSTITUCIONALES? Juan Josè Bocaranda E




LA CLAVE  IUS-ÈTICA DE HOY.

¿DE QUÈ SIRVEN LOS MANDATOS CONSTITUCIONALES?

Juan Josè Bocaranda E

El ejercicio del poder debe ser un continuo ejercicio de moralidad.

¿De qué vale que la Constitución defina al Estado como democrático y social de Derecho, si en la práctica los gobernantes acomodan cada uno de estos elementos a su capricho y conveniencia, ausente el rumbo que sólo los valores éticos y los principios morales constantes pueden imprimirles?

 ¿Garantiza algo establecer que las ramas del Poder Público deben colaborar entre ellas, si se priva del sentido ético no sólo el concepto de "colaboración", sino también el de los fines?

 ¿Basta expresar que la Administración Pública se fundamenta en determinados principios abstractos, como el de  honestidad y otros?
La honestidad" puede ser mera ficción, al amparo del mutuo ocultamiento; también los asaltantes de bancos son "participativos" y suelen actuar con "ra­pidez" y "eficacia", al igual que lo hacen los funcionarios corruptos, duchos y eficientes en las malas artes; la "transparencia" puede funcionar a la perfección entre funcionarios corruptos, quienes se exigen "cuentas claras" en la partición de los beneficios, y "responsabilidad" en la ejecución de las trampas.

¿Qué garantiza una disposición constitucional conforme a la cual los funcionarios están al servicio del Estado y no de parcialidad política alguna, si el partido gobernante manipula el poder y no funcionan las instituciones, desterrado el imperativo ético?

¿Abriga trascendencia real que la Constitución defina formalmente la ley, si no presupone, necesariamente, que los legisladores acaten los valores éticos cuando la conciben, redactan, discuten y sancionan?

Si por esencia el Derecho tiene carácter ético, ¿por qué la arbitra­riedad se enfoca con criterios puramente jurídicos, omitiendo toda referencia a los valores éticos y a los principios morales y a una desviación de carácter más profundo y trascendente, como lo es la arbitrariedad moral, que implica poder sin autenticidad ni credibilidad? 

INVITACIÒN A LEER "EL SER DE LA IUS-ÈTICA", DE J.R.GRATEROL


INVITAMOS
A LEER
“EL SER DE LA IUS-ÈTICA”,
DE J.R.GRATEROL
EN

EL ODIO Y LA POLÌTICA. Juan Josè Bocaranda E




Prensa

AQUÌ CABE DE TODO

EL ODIO Y LA POLÌTICA
Juan Josè Bocaranda E

No es ocioso que retomemos hoy, en las actuales circunstancias políticas de Venezuela, el valioso libro de Emilio Mira y Lòpez, “Los cuatro gigantes del alma”, entre los que se encuentra la ira, junto con el miedo, el amor y el deber. 

Segùn el eminente psicólogo y psiquiatra, la ira, con sus variantes “la ira bermeja, la cólera verde y el pàlido encono”, se “estanca” en el odio, que no es sino  “cólera en conserva”.    La cólera “se conserva” en el sujeto odiador, produciendo en èl un “calentamiento”, porque algo le impide descargarse del todo contra el enemigo, y aunque aquèl afirma que “no lo puede ver”, sin embargo, paradójicamente, lo busca para “en-frentarlo”, tenièndolo, permanentemente,  bajo la mira, o mejor,“en el ojo” (: “enojo”). Por todo ello, el odio “es una actitud iracunda que se encroniza, se estratifica y adquiere especiales peculiaridades, derivadas de la insuficiente descarga de sus impulsos destructivos”.

Quiere decir, inferimos nosotros,  que si el odiador pudiese destruir para siempre y de una vez por todas a su contrario, el odio cesarìa  por falta de objeto. Sin embargo, cuando el objeto del odio està integrado por un número extenso e indefinido de miembros (padres, hijos y demás parientes, consanguíneos o no) o por toda una naciòn, el odio en su descarga no podría darse de inmediato en forma total y definitiva, por lo que la descarga sería relativamente lenta o tardìa, aun cuando el odiador se esforzase en hallar un “solución final” al “problema”, procurando que el exterminio fuera profundo, de raíz, genocida, como pretendieron los nazis.  En  el supuesto (imposible) de que del exterminio de la raza judía no hubiese sobrevivido ni siquiera un elemento, hubiese cesado el odio contra la misma, obviamente, pero ello no hubiese impedido que el odiador hubiese puesto el “(en) ojo” sobre otro  objeto, para alimentar su impulso irracional y destructivo, abonado por aquella ideología de muerte. Porque el odiador es un enfermo crònico.

Otro aspecto paradòjico del odio es el  que atañe al asunto de la valoración: el odiador odia al objeto odiado porque lo considera valioso en la misma medida en que lo considera semejante, y, por ello mismo, contrincante, es decir, un sujeto dotado de similares cualidades que, por ello, representa un obstáculo al avance de aquèl. Si no fuese asì, es decir, si el odiador no  otorgase importancia al contrario, no habrìa el odio. Por esto anota el autor citado  que es “ley del odio” la semejanza, mas o menos grande, entre el odiador y el odiado, lo que hace suponer que “los rivales son, en cierto modo, coincidentes, no sòlo en sus intenciones sino en sus posibilidades”. Por ello agrega que “el odio hacia un semejante aumenta a medida en que èste es màs semejante a nosotros, o sea, màs equipolente o equivalente en sus actos a los nuestros”.

Un tercer aspecto paradójico del odio radica, según Mira y Lòpez,  en el hecho de que no obstante ser la política, por definición, “modelo de tacto, de generosa comprensión y de respeto al ser humano”, sin embargo se convierte en algo devastador “porque puede invocar para satisfacerse, a cada momento, el “sagrado prestigio de la Patria”, por lo que “basta acusar al vecino de ser “traidor al país” para que sobre èl caigan “los anatemas de quienes son incapaces de dar a esa palabra una función variable, en función del  marco conceptual en que es empleada”. Paradoja que el autor explica diciendo que la misma “radica en la violencia de la tendencia iracunda que se alberga en el hombre, desde su màs remota ancestridad y que le lleva a desear el poder, no para servir, sino para servirse.

Sin embargo, el ser humano no es sòlo animalidad: es también razón y, por ello mismo, moralidad. Por consiguiente, debe tomar consciencia de que existe una realidad ìnsita, universalmente, en la esencia del hombre, y es el valor de la dignidad humana, raíz y razón de ser de los Derechos Humanos, cuya racionalidad y sentido moral deben prevalecer sobre las tendencias instintivas a la prepotencia, al predominio, al abuso, al cinismo, a la hipocresía, a la arbitrariedad y a la violencia. 


La persistencia de los odios políticos indica que los derechos humanos no han calado en el corazón y que èstos son sòlo un recurso para la politiquerìa,  pues  irrespeta la dignidad humana.

NECESIDAD DE LA EVOLUCIÒN VERTICAL DEL DERECHO. Juan Josè Bocaranda E




LA CLAVE IUS-ÈTICA DE HOY
NECESIDAD DE LA EVOLUCIÒN VERTICAL
DEL DERECHO
Juan Josè Bocaranda E

Para que el Derecho evolucione y se ajuste a los requerimientos, cada vez màs exigentes de las sociedades, en las diferentes latitudes, es preciso que evolucione en sentido vertical, pues la evolución horizontal ya està agotada.

En la evolución "horizontal" del Derecho, las mismas ideas permanecen durante largo tiempo, girando en diferentes formas de expresión, sin penetrar hacia nuevas esencias. Sin pretender restar valor a los aportes de juristas eminentes, al avance del Derecho, es indiscutible que el pensamiento de los mismos constituye un “màs de lo mismo”, aunque revestido con nuevas formas y nuevos ropajes, matizados tal vez por los aportes de otras áreas del conocimiento, pero sin ir al fondo esencial del asunto en función de la finalidad de lograr un Derecho que responda realmente a las demandas del tiempo y de la sociedad.

De ahí la necesidad de que el Derecho "ascienda en espiral", ajustándose al espíritu del nuevo milenio, que lo es de búsqueda  de un denominador común a toda la Humanidad..

Del plano de la calificación puramente jurídica, es necesario saltar al nivel de la calificación moral de los conceptos jurídicos. Por ejemplo: del concepto de res iuridice iudicata, saltar al concepto de res moraliter iudicata; del de Justicia Jurídica, al de Justicia Moral; del de Seguridad Jurídica, al de Seguridad Moral; del de Constitución Jurídica, al de Constitución Moral; del de interpretación jurídica, al de interpretación binaria de la ley, etc.etc.

Este movimiento no extingue el Derecho, sino que lo revitaliza, lo enri­quece. Porque le insufla nueva dimensión, tornándolo más seguro y efectivo, apto para los nuevos tiempos, en estrecha conjunción con la Moral

ESTUPIDECES Y TORPEZAS. Juan Josè Bocaranda E



Prensa
AQUÌ CABE DE TODO

ESTUPIDECES Y TORPEZAS
Juan Josè Bocaranda E

Salvo a los idiotas, a nadie le agrada que lo llamen estúpido. Pero sigue cometiendo estupideces y torpezas…

Herodoto nos trae el elocuente ejemplo de una torpeza,  increible por lo indigna y abyecta:

Candaules, tirano de Sardes, creìa poseer la mujer más hermosa del mundo, y tomó una resolución  bastante impertinente. Tenía entre sus guardias de mayor confianza a Gyges, a quien solìa encarecer hasta las estrellas  la belleza  extremada  de  su  mujer. Un dìa le dijo que por cuanto lo notaba poco persuadido de ello,  haría que quedara expuesta a su vista con todas sus gracias, tal cormo la había hecho  Dios.  Mas Gyges le dijo: Creo  fijamente  que  la  Reina  es  tan  perfecta  como me la pintáis, la más hermosa del mundo; y yo os pido encarecidamente que no exijáis de mí una cosa tan  fuera de razón. Sin embargo, el gobernante insistió: anìmate, amigo, no temas, porque yo lo dispondrè todo de tal manera   que  ni  aun  sospeche  haber  sido vista  por  ti.  Yo  mismo  te  llevaré  al  cuarto  en  que dormimos, te ocultaré detrás de la puerta, que estará abierta. No tardará mi mujer en venir a desnudarse, y en una gran silla, que hay inmediata a la puerta, irá poniendo uno por uno sus vestidos, dándote entre tanto lugar para que la mires muy despacio y a toda tu satisfacción. Luego que ella desde su asiento volviéndote las espaldas se venga  conmigo  a  la  cama, podrás tú escaparte silenciosamente y sin que te vea salir.

Asì se hizo. Pero Gyges no pudo evitar que la reina lo viera, aunque èl no se enterò. La mujer estuvo toda  la  noche  quieta  y  sosegada;  pero  al amanecer hizo  llamar  a  Gyges, a quien dijo: No  hay  remedio,  Gyges;  es  preciso que  escojas,  en  los  dos  partidos  que  voy  a  proponerte, el que más quieras seguir. Una de dos: o mueres aquí al momento, o matas a Candaules y  me recibes por tu mujer, y te apoderas  del imperio. No hay más  alternativa  que  esta;  es  forzoso  que  muera quien tal ordenó, o aquel que, violando la majestad y el decoro, puso en mí los ojos estando desnuda. Atónito Gyges, estuvo largo rato sin responder, y luego le suplicó del modo más enérgico no quisiese obligarle por la fuerza a escoger ninguno de los dos extremos. Pero viendo que era imposible disuadirla, y que se hallaba realmente en el terrible trance o de dar la muerte por su mano a su señor, o de recibirla él mismo de mano servil, quiso más matar que morir, y la preguntó de nuevo: -«Decidme,  señora,  ya que  me  obligáis  contra  toda  mi  voluntad  a  dar  la muerte a vuestro esposo, ¿cómo podremos acometerle?  -¿Cómo?  le  responde  ella,  en  el  mismo  sitio que  me  prostituyó  desnuda  a  tus  ojos;  allí  quiero que le sorprendas dormido. Concertados así los dos y venida que fue la noche, Gyges, a quien durante el día no se le perdió nunca de vista, ni se le dio lugar para salir de aquel apuro, obligado sin remedio a matar a Candaules o morir, sigue tras la reina, que le conduce a su aposento, le pone la daga en la mano y le oculta detrás  de  la  misma  puerta.  Saliendo  de  allí  Gyges, acomete y mata a Candaules dormido. De esta manera, a través de una estupidez increíble, perdió Candaules, por una misma causa, la mujer, el reino y la vida.

Hay quienes comenten “candauladas” cuando labran con esmero su propia perdición mediante una cadena de estupideces cada vez màs absurdas y persistentes.

Un joven comenzó por las malas juntas, que lo adentraron en el campo de los pequeños hurtos. Como si eso fuese poco, en vez de retirarse, dio el segundo paso, y fue el consumo de aguardiente y drogas, por lo cual hundió en la miseria y la tristeza a su grupo familiar. Pero, en vez de desistir, pasò a la posesión de armas y, de inmediato, a la perpetración de robos a mayor escala. Pero, en vez de detenerse, pasò a los homicidios, por lo que fue condenado a largos años de càrcel.  Sòlo cuando quedó en libertad, admitió que había perdido la juventud, a la esposa, a los hijos y a los padres y, sobre todo, el tiempo, que ahora le hacìa sentir la necesidad de una profesión que pudo haber conseguido si no se hubiese arrojado al precipicio, de  torpeza en torpeza.

Repetimos: hay personas que labran con insistente estupidez su propia perdición. Unos, en el ámbito personal o sentimental o  en la esfera de los negocios y de las empresas. Otros, en la polìtica y en el poder o en el campo profesional. Todos, actuando como autómatas que se arrojan al abismo, ciegos y sordos.





UN DERECHO UNIVERSAL BÀSICO. Juan Josè Bocaranda E


LA CLAVE IUS-ÈTICA DE HOY
UN DERECHO UNIVERSAL BÀSICO
Juan Josè Bocaranda E



En esta "Aldea Global", la inmensa mayoría de los problemas que aquejan los pueblos son, en esencia, idénticos: sólo difieren en la forma, la magnitud, las circunstancias. Por consiguiente, si la esencia es común, las soluciones deben ser comunes y, por cuanto la solución debe canalizarse a través del Derecho, las formas de éste deben ser comunes para los pueblos, en la mayor medida posible, dejando para las diferencias los elementos específicos de cada acción. De esta manera surge un Derecho Universal Básico, simiente del Estado Ético Mundial y camino hacia la Confraternidad Universal.




LA FORMA DE MORIR MENOS DESEABLE. Juan Josè Bocaranda E



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AQUÌ CABE DE TODO

LA FORMA DE MORIR MENOS DESEABLE
Juan José Bocaranda E

La expresión más atormentada, difícil y oscura de todas las muertes, la más indeseable, corresponde al ser humano común. Es decir, al que preponderante y permanentemente se dedica a satisfacer las apetencias de los sentidos físicos, creyendo que ha venido a este mundo, única y exclusivamente, a satisfacerlos, actuando peor que los animales.. Y cuanto más se aboca a complacer los sentidos, más acentúa esta inclinación, generando los “apegos”, cadenas invisibles que amarran el alma a este mundo, y que le impiden ascender en el proceso de morir, forzándola  a permanecer en el nivel material,  aunque sin cuerpo físico, lo que le causa muy grave sufrimiento: se trata de aquellas personas que suelen decir  “la vida es una sola y es para divertirse, para gozar. Aprovechemos cuanto podamos”. Son los que dicen “no hay nada después de la muerte. Comamos y bebamos y luego moriremos”, como anota San Pablo.

Esas personas, dice Osho, nunca han conocido nada superior al placer de comer y al sexo. Su vida ha sido primitiva y burda…En el momento de morir tratará de aferrase. Se resistirá a la muerte; luchará contra la muerte. La muerte se le presentará como su enemigo. Por eso, la muerte ha sido presentada como algo oscuro, diabólico. En la India decimos que el mensajero de la muerte es muy feo, oscuro, negro, y llega sentado en un búfalo enorme. Esta es la actitud corriente. Esa gente se lo ha perdido, no han sido capaces de conocer todas las dimensiones de la vida, de llegar a las profundidades de la vida, de ascender a las alturas de la vida. Se han perdido la plenitud, se han perdido la dicha”.

Las personas que han vivido apegadas al alcohol, las drogas, el tabaco, los juegos de azar, o que han sido excesivamente dominados por el deseo sexual o por la gula, quedan atrapados en el astral, en permanente, inútil y desesperada búsqueda de  satisfacer estas adicciones. Los drogadictos son vistos allá con un semblante patético y carentes de espíritu, por lo que, creyéndolos cuerpos vacíos, los posesionan las entidades inferiores.

También abre esta puerta oscura, el mal uso de nuestra fuerza física, dirigida a sojuzgar, a maltratar, a oprimir a los demás, con injusticia evidente. Del mismo modo, la imposición de nuestra voluntad por encima de la razón, de la verdad, de la justicia, ya como gobernantes, ya en nuestra vida privada y del hogar o en las relaciones sociales. Padecen también una muerte extremadamente dolorosa, las personas que dan libre curso a sentimientos y deseos egoístas, en cualquiera de sus manifestaciones: calumnia, mentira, dolo, usura, avaricia, codicia, usurpación y enriquecimiento a expensas de los demás. O aquéllas que han vivido odiando o fomentando el odio y el maltrato contra los demás.

¡Y qué no decir de los comerciantes que muestran ser voraces, injustos y abominables! Ellos también forman filas en este grupo de la muerte negra. Cuando se les acerca “el jinete feo sobre el búfalo fiero”, tiemblan, se aferran a esta vida, no quieren desapegarse de sus riquezas mal habidas, y padecen graves remordimientos al borde del negro abismo, por lo que les espera abajo. Se les viene encima todo el cúmulo de deudas morales que contrajeron con otros comerciantes, a quienes desearon el mal por motivos de competencia, y las que se han creado como consecuencia de los abusos perpetrados contra los clientes, a cuyas expensas se enriquecieron, nada de lo cual se llevarán con ellos, pues tendrán que presentarse en cueros ante el duro Juez del más allá…


Cada quien, con su forma de vivir, escoge la forma de morir. Nuestra muerte será tanto más apacible, cuanto mayor cúmulo de armonía hayamos cosechado en el curso de nuestra vida. Gracias a Dios que, mientras vivamos, tendremos oportunidad para corregir el rumbo, si escuchamos el llamado que alguien nos hace…De lo contrario, que quien no crea, siga riendo. Hasta que la muerte, en su forma más oscura y tormentosa, le sorprenda para convertirle la risa en  mueca horrible.

CONCEPTO EXTENDIDO DE DERECHOS HUMANOS. Juan Josè Bocaranda E


LA CLAVE IUS-ÈTICA DE HOY.
NECESIDAD DE UN CONCEPTO EXTENDIDO DE DERECHOS HUMANOS.
Juan Josè Bocaranda E


A raíz de la consagración de los Derechos Hu­manos en el sistema jurídico de los diferentes países, todo el ordenamiento legal adopta el valor de la dignidad humana como denominador común, por lo que absolutamente todas las disposiciones del mismo, vigentes o por estarlo, nacionales o internacionales, deben sujetarse a este parámetro esencial. Lo que quiere decir que la vida de cada una de las normas del ordenamiento legal, gira bajo el concepto de "Derechos Humanos" y que, por cuanto el fundamento de ellos es la Moral, ésta debe regir respecto a todas las etapas de la ley, incluso en cuanto atañe a su interpretación y aplicación.

GARRAPATOSIS CRÒNICA. Juan Josè Bocaranda E





PRENSA
AQUÌ  CABE DE TODO

GARRAPATOSIS CRÓNICA
Juan José Bocaranda E

En entrega anterior nos referimos al Premio Nobel de Medicina (1931) Otto Warburg, quien descubrió que la causa primaria del cáncer es la acidez, porque desaloja el oxígeno de los tejidos,  como consecuencia de  una alimentación acidificante y de un estilo de vida sedentaria.

Así, pues, es asunto  de lógica:  no se precisa ser profesional de la medicina para pensar un poco e inferir que para prevenir y reducir el cáncer y “cualquier otra enfermedad” –como anotan los científicos Crile, Mencken y Yung-  se debe  tomar en consideración el problema de la acidez corporal. No para erradicarla, sino para proporcionarla a la alcalinidad, pues en todo caso también aquélla se requiere  para la salud.

No obstante, no es frecuente –así nos lo dice la experiencia propia-- que los médicos otorguen importancia a ese factor. En las decenas de veces que acudimos a un  consultorio,  ¿cuál médico, de cuál especialidad,  en qué momento, ha prestado atención a nuestro PH? ¿Quiénes han vinculado el mantenimiento de nuestra vida  con el equilibrio entre la alcalinidad y la acidez de nuestro organismo, sabiendo –como sin duda lo saben- que la acidez es la causa de todas las enfermedades? Ordenan que nos realicemos un “perfil 20” y nos hablan de los triglicéridos, del colesterol, de la hipertensión, de la glicemia, del antígeno prostático. Pero  ni mencionan lo relativo al pH, a pesar de que, conforme a la premisa establecida por el Dr Warburg, es por el allí, por la raíz, no por las ramas,  por donde debería comenzar la consulta. ¡Y pensar que la medición del pH  es mucho más fácil y económica que cualquiera otra, pues se realiza a través de cintas reactivas que hasta se pueden fabricar en casa!. La única vez que, en nuestros muy largos años, escuchamos la palabra pH fuera de las aulas de Bachillerato, fue en un consultorio de odontología, y eso por táctica psicológica, para entreteneros cuando estaba a punto de arremeter contra  una muela.

Si el valor pH indica que existe el mismo nivel de acidez que de alcalinidad, sólo está presente un elemento químicamente neutro de valor pH 7. Por consiguiente, para que haya salud, se requiere que la acidez esté ligeramente por debajo de la alcalinidad. El  ácido tiene un valor comprendido entre 0 y 6.9, y una base (alcalinidad) entre 7 y 14. Lo ideal para la salud está en que el valor pH de la acidez sea de 6.9 máximo. La digestión de las proteínas produce ácidos, cuyo exceso elimina el organismo a través de los riñones y de la espiración del dióxido de carbono. El desequilibrio entre los ácidos  y las bases, debido a una alimentación predominantemente ácida y al sedentarismo, perjudica la salud, pues la acidosis se deposita en el tejido conjuntivo, con manifestaciones de falta de energía crónica y –como leemos en Inteernet- “agotamiento al menor esfuerzo,  tendencia a sentir frío, escasa capacidad de recuperación, dificultades para concentrarse, irritabilidad, uñas blandas, quebradizas, hendidas, estriadas o con manchas, molestias articulares, excesiva sensibilidad al dolor, propensión a las infecciones  y  a las alergias”.

La indolencia, la inhumanidad, la falta de compasión, no están tipificadas como delito en los Código Penales. Pero sí  recaen como delitos morales sobre la conciencia de quienes por razón de su profesión, están obligados a velar por la salud de las personas, previniendo las enfermedades,  brindando la orientación necesaria para esos fines y absteniéndose de recetar auténticos “placebos”, de  precios intergalácticos.

 A ciertos médicos les resulta más conveniente entretener al paciente con la prescripción de medicamentos de efectos transitorios, para que retorne cada quince días o mes tras mes, a pagarle cuantiosos honorarios a cambio de la repetición o del aumento de las dosis o para que le cambie la  medicina por otra equivalente y mucho más costosa.

Es “la garrapata en el oído” que el viejo médico supo explotar durante largos años –hasta graduar al hijo como cirujano- convenciendo al eterno paciente  de que se trataba de una “enfermedad incurable”, pero que no era sino la presencia inveterada de una  simple garrapata..
Los médicos que actúan de esta manera, en contra de la deontología, padecen de esta enfermedad, que taladra hasta el alma: la garrapatosis crónica.


EL PENSAMIENTO IUS-ÈTICO DE HOY. LA RESPONSABILIDAD MORAL DE QUIENES DEBEN APLICAR LOS DERECHOS HUMANOS. Juan Josè Bocaranda E



EL PENSAMIENTO IUS-ÈTICO DE HOY.
LA RESPONSABILIDAD MORAL DE QUIENES DEBEN APLICAR LOS DERECHOS HUMANOS.
Juan Josè Bocaranda E


A pesar de constituir una valoración superior de las necesidades del hombre, los derechos humanos vienen siendo manejados con criterios decimonónicos, cada vez menos adecuados al espíritu del nuevo milenio. El Estado de Derecho no concibe que los Derechos Humanos constituyen, en esencia, planteamientos morales, es decir, un llamado a la consciencia y a la responsabilidad moral de quienes deben cumplirlos, por lo que se incurre en el absurdo de un enfoque amoral de problemas morales. Y por cuanto el Estado no ha advertido la presencia de la Moral en su seno, el Derecho mantiene el monopolio de la administración de los Derechos Humanos, marginando la autoridad del factor primordial, que es la Moral, cuando, en realidad, debe ser ésta última la que rija la vida total de aquéllos, mientras el Derecho debe limitarse a cumplir el papel de medio o instrumento para la realización.

REFORMA DEL ESTADO Y MODELOS ECONÒMICOS. INVITACIÒN




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