Prensa
LA
INTELIGENCIA DE LOS INTESTINOS
Juan José Bocaranda E
Hay personas que fracasan en los estudios y que a duras penas se gradúan
como bachilleres, pero que, sin embargo, logran prosperar en la vida práctica
como empresarios, con un tino especial para las relaciones interpersonales y
para la creación y el auge de los negocios. Dejan admirados a quienes los
conocen, porque reaccionan con rapidez y eficiencia ante situaciones inesperadas,
aciertan en decisiones con entera seguridad, resuelven conflictos laborales y
salvan situaciones sumamente difíciles que no han podido resolver
profesionales universitarios
Hasta hace muy poco se creía que la inteligencia radicaba,
exclusivamente, en el cerebro, y que sólo existía la inteligencia racional, de
la que hacían gala aquéllos que tenían capacidad para el pensamiento abstracto.
Más adelante comenzó a ponderarse la inteligencia emocional, al punto de que,
como anotan Doris Martin y Karin Boeck, ya ha sido superada la división entre
pensar y sentir, lo que ha llevado a consolidar un concepto mucho más amplio de
la inteligencia.
Pero, por encima de todo esto, ¿quién iba a pensar que
nuestros humildes intestinos fueran inteligentes? Pues, aunque
parezca increíble, así lo ha establecerlo la ciencia: es inteligente el sistema
digestivo, y también lo son el corazón, el hígado y los demás órganos del
cuerpo humano. Y, por cuanto también manifiestan inteligencia las células,
podemos afirmar que, en realidad, todo nuestro cuerpo es inteligente. Mas aun,
como el 95% de nuestro cuerpo es agua, casi la totalidad del mismo es sensible
a las influencias positivas o negativas que percibe, como las buenas o las
malas palabras, la música armoniosa o la música infernal, los
ambientes apacibles o los ambientes ruidosos, etc.. De donde se colige que el
agua que contiene nuestro organismo puede constituirse en vehículo para
estímulos que, en palabras y sonidos, sanen de diferentes
enfermedades.
Ahora bien, ¿cómo se manifiesta la inteligencia de nuestro sistema
digestivo? Salvador Navarro, refiriéndose a la inteligencia del sistema
digestivo, escribe que recientes investigaciones científicas han
establecido que la producción de serotonina depende del sistema
gastrointestinal. Es un neuro transmisor muy importante en la inhibición de la
ira, de la agresión, del sueño, de humor, y toma parte activa respecto a la
temperatura corporal, el apetito y la sexualidad. Además, es un
inhibidor de la secreción gástrica y de la estimulación de la musculatura lisa,
“La ciencia moderna –agrega el autor- revela que el sistema digestivo
posee un verdadero cerebro propio y toma decisiones durante las 24 horas del
día para proteger nuestra salud, con plena autonomía e independencia con
relación a los otros sectores de coordinación inteligente del cuerpo… No es
exageración afirmar que la infelicidad puede ocurrir a partir de un problema
gastrointestinal. Y eso quedó más evidente hace algunos años, cuando algunos especialistas
descubrieron que la seratonina no es fabricada sólo en el cerebro, sino también
en el intestino. En verdad, cerca del 90% de la serotonina de nuestro organismo
se produce en ese órgano... El intestino es responsable del 80% de nuestro
sistema inmunológico. El plexo nervioso que rodea el intestino cuenta con nada
menos que cien millones de neuronas, mientras que apenas tres mil células unen
el intestino al sistema… La ciencia sabe que la alegría de vivir no ocurre
por acaso, sino que depende de la serotonina, una sustancia neurotransmisora
presente en el cerebro. Recientemente, se ha descubierto que la producción de
la serotonina depende del sistema gastrointestinal”.
Correspondamos a nuestro sistema digestivo, demostrando que somos tan
inteligentes como él, cuando escuchamos sus advertencias de que debemos
cuidarlo si queremos felicidad.