LAS BOTAS DEL MAGISTRADO. CUENTOS DE LA TROJA DOS. JUAN JOSÉ BOCARANDA E

 

LAS BOTAS DEL MAGISTRADO. CUENTOS DE LA TROJA DOS.

Cosas que no podían faltar en el curriculum del Reino de Kusipilán.

En Kusipilán cada Magistrado tenía su historia oculta. Parte mínima aunque elocuente, de la historia del doctor Pepino Victrola Lisa, fue la siguiente:

Como muchos, tuvo acceso a la magistratura mediante la conjunción de varios factores: político, religioso y de amistad.

En lo político, la temprana afiliación a determinado partido. En lo religioso, la incorporación a una cofradía económicamente poderosa y políticamente influyente, y, por último, desde la Universidad, labrándose la amistad de  alumnos que se asomaban como  juristas de renombre quienes un día escribirían para él tesis y libros que, junto a lo demás, contribuirían a un ascenso meteórico en la escalera judicial.

Carlos Elorza, al que apodaban  “el Gordo”, fue compañero de Pepino en la Escuela de Derecho de  una Provincia de Kusipilán. Me refirió que, cuando ambos cursaban, veinte años atrás, el último de la carrera y  Pepino estaba por cumplir los veinticinco, le dio por emprenderla a patadas contra sus compañeros, como para estrenar unas botas que su padre le  había traído de Texas. Y no escatimaba oportunidad para darles  uso en aquella forma extravagante, ridícula y abusiva: los minutos de receso, en los pasillos, poco antes de comenzar alguna clase, o, sorpresivamente, en el estacionamiento, cuando estaban a punto de subir a sus vehículos.

Indignado, el Gordo se puso de acuerdo con las demás víctimas y fue así como una tarde despojaron a Pepino de las botas y las arrojaron en un despeñadero, de tal forma que jamás las recuperó. Mientras tanto, tuvo que regresar a casa descalzo, humillado, y contando a sus padres y hermanos hechos inverosímiles realmente falsos.

El Gordo me habló de estas cosas cuando por casualidad, en la carnicería de la que era dueño, vimos en un periódico la fotografía del Magistrado Pepino, cuando parloteaba a los periodistas contra el abuso y en defensa de los derechos humanos.

-¡Miren esto! -dijo el Gordo- que te compre quien no te conoce como yo…Ahora está dando patadas en la cumbre del poder. ¡Qué cosas! Sólo en Kusipilán.

 

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