EL MAESTRO JESUS ESTUDIÒ MEDICINA. Juan Josè Bocaranda E









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EL MAESTRO  JESÙS ESTUDIÒ MEDICINA
Juan Josè Bocaranda E

Hay libros que valen por sì solos:  son tan evidentes las “Verdades de Bien” que contienen y la sabiduría que transmiten, que orientan y elevan la consciencia del ser humano, aunque ninguna  “autoridad” los  avale, los impulse,  los recomiende o los  imponga. Màs aun si es la fe lo que lleva a la aceptación. Tal es el caso del “Evangelio Acuario de Jesùs el Cristo”, que constituye  “piedra de toque” para constatar la veracidad de los Evangelios clásicos, para aclararlos, para completarlos, como ocurre, por ejemplo, en lo que se refiere al “vacío” de la vida del Maestro Jesùs, comprendido entre los 12 y los 30 años de edad, que la Iglesia oculta, pero que el Evangelio de Acuario destaca, refiriendo còmo el Maestro vivió en la India, Tibet, Persia, Asiria, Grecia y Egipto.

El punto de partida de ese lapso tuvo lugar cuando el príncipe indio Ravanna, de Orissa, conoció a Jesùs a los 12 años y, con permiso de sus padres, lo llevò con èl para que estudiara la religión bramànica en la India. Allì le dieron la bienvenida los sacerdotes bramànicos, después de lo cual fue aceptado como alumno en el Templo de Jagannath, donde aprendió los Vedas y las leyes Mánicas.

Dice el Evangelio que “los maestros bramánicos se maravillaron de la claridad de las concepciones del niño y con frecuencia quedaban asombrados de las explicaciones que les daba acerca del significado de sus leyes”. Lamaas Bramas fue uno de esos sacerdotes. Trabò con èl especial amistad y le pidió le definiera conceptos intrincados como la Verdad, el Hombre, el Poder, la Comprensiòn y la Fe.

El trànsito de Jesùs por la India es importante, no sòlo por las enseñanzas que impartió, sino también porque allì se abocò al estudio de la curaciòn, como discípulo de Udraca, “el màs grande de los curadores indùes”. Se ve còmo, para el Maestro, la sanación constituyò siempre una de sus preocupaciones fundamentales. Asì lo evidenciarìa años màs tarde, cuando recorrerìa Palestina sanando y a la vez enseñando a sus discípulos para que fueran por el mundo llevando la salud. Preocupaciòn que se mantendría en el ideal cristiano durante los primeros siglos de la Iglesia.

Udraca le enseñò còmo  curar con las aguas, las plantas,  las tierras, el calor, el frìo, el brillo del sol,  la sombra,  la luz y  la oscuridad, partiendo de los principios de la salud: las leyes de la naturaleza son leyes de salud, de modo que quien vive de acuerdo con ellas, nunca se enferma;  la transgresión de estas leyes es el pecado; quien peca, se enferma; quien obedece las leyes, mantiene un equilibrio en todas sus partes, asegurando así verdadera armonía. “La salud es armonía, como enfermedad es discordia”.

Udraca expresó algo fundamental para la Medicina, como lo es su definición: “la Medicina es todo lo que restaura la armonía en todas las partes del hombre”. Y comparaba el cuerpo humano con un clavicordio, pero –decìa- èste “sale fuera de tono y el hombre se enferma, cuando las cuerdas se relajan o se templan demasiado”.

Para este sanador indù, “ el remedio supremo es la voluntad del hombre”. “Por el  ejercicio constante de la voluntad, el hombre puede templar la cuerda que está relajada y la nota que está demasiado baja, o relajar la cuerda que esté templada o la nota que esté demasiado alta, y así por acto de su voluntad puede curarse a sí mismo”.  Segùn Udraca, “la Palabra de Poder” para la curación, se sustenta en la fe: fe en Dios, en la naturaleza y en sì mismo. “Entonces, su palabra es bálsamo para toda herida, es curación para toda enfermedad”.

Tambièn en la India Jesùs se enfrentò –como debe ser- a los falsos sacerdotes y a los hipócritas. Allì criticò ante los bramanes la división de la sociedad en castas, y les cantò unas cuantas verdades que, claro està, no fueron de su agrado, por lo que estuvo a punto de que lo asesinaran,  riesgo que corre todo el que ame la Verdad y la defienda. Asì ayer, como hoy y como mañana…