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Aquì cabe de todo
EL CONSUMO DE AGUA Y LA VITALIDAD
Juan Josè Bocaranda
E
“En términos de
cantidad el agua es el componente màs importante de nuestros cuerpos. Setenta y
cinco por ciento del peso de nuestro cuerpo està constituido por agua. Pero un
exceso de agua en el sistema puede reducir nuestra vitalidad, una vez que significa una proporción disminuida de la
sangre, baja la temperatura del cuerpo y fuerza el corazón y los riñones a un
exceso de trabajo”.
Asì se expresa Sakurawa
Nyoiti (conocido como Georges Ohsawa), autor del libro “Todos sois sampaku”, si bien editado hace varias décadas, con sucesivas y
numerosas reediciones, todavìa interesante
de conocer, no sòlo porque el autor fue quien introdujo la Macrobiòtica en
Occidente, sino también porque el tema “sampaku” es de por sì interesante.
Anota el autor
citado, que el agua, en nuestro
organismo, es dominada por una fuerza centrìfuga Yin, por lo que se evapora en
forma constante, y que las personas muy activas físicamente, consumen màs agua,
pero quedan sedientos debido al ejercicio y a la transpiración. Dice también ,
que los que beben grandes cantidades de líquidos y no son muy activos, quedan
muy Yin, friolentos, inactivos, desalentados, débiles y perezosos. Y advierte
que el arroz y los vegetales contienen un
elevado porcentaje de agua, lo que implica el contìnuo consumo de
líquidos Yin.
Refirièndose al
reumatismo, Ohsawa escribe que cuando se padece de esta enfermedad, que es de
naturaleza Yin, se debe tomar poca agua y eliminar los alimentos ricos en agua,
especialmente el azúcar, pues la misma se convierte en agua, en el organismo, y
disminuye la cantidad de los componentes Yan de la sangre. El tratamiento macrobìòtico del reumatismo, requiere beber la cantidad menos posible de agua: la
mujer no debe orinar màs de dos veces en 24 horas, y el hombre tres veces
durante el mismo período.
El libro de Ohsawa
nos trae otros temas de interés, como lo son: los alimentos y el sexo, la
oración y el ayuno, la sal, el azúcar, la leche, la masticación, etc., todo
ello alrededor del tema central, que es el “sampaku”, que atañe a un grave
desequilibrio físico y espiritual, manifestado en la visibilidad del blanco de
los ojos constituyendo un anuncio de graves enfermedades y accidentes.
Ahora bien, en el
extremo contrario al del señor Ohsawa hay quienes recomiendan un consumo cuantioso de agua. No pocos nefrólogos y hasta cierto número
de cardiólogos, asì como innunerables nutricionistas parecen disfrutar en la
recomendación, si no alegremente, sì con cierto grado de irresponsabilidad
debido a la falta de sustentación cientifica que demuestre la necesidad de un
consumo exorbitante del lìquido. Beber agua hasta que nos convirtamos en un
surtidor humano, no parece conveniente.
Una posición
intermedia, entre tomar mucha o ninguna cantidad de agua, la ocupa otro
japonés: Wataru Ohashi, autor del libro “Còmo leer el cuerpo” (Manual de diagnosis
oriental), quien dice que antes del Siglo XX, no había autoridades de la salud
que aconsejaran beber ocho vasos de agua diarios y que “la gente bebìa cuando
tenìa sed y tomaba todo el liquido que necesitaba”. Y destaca la diferencia
entre los organismo. “La cantidad de
agua que consumimos depende mucho de nuestro estilo de vida, del tipo de
trabajo que hacemos, de la cantidad de sal que consumamos, de le estación del
año y de lugar donde vivimos”.
La naturaleza nos
ha dado un indicador: la sed, que “ha funcionado bien durante miles de siglos”
y que “sigue siendo la mejor guía para determinar la cantidad de lìquido que
debemos beber”. Y advierte que las bebidas excesivamente frìas constituyen otra
manera de dañar los riñones, pues las bebidas frìas conmocionan el cuerpo,
sobre todo los riñones, y son causa de que funcionen mal. Que tomemos bastante
agua todos los días puede ser muy fácil de recomendar y màs fácil de escuchar.
Pero, lo mejor es prestar atención a la
sed, que es la voz natural del organismo.