DIOS NO SALVARÁ A LA HUMANIDAD Juan José Bocaranda E



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 DIOS NO SALVARÁ A LA HUMANIDAD
 Juan José Bocaranda E
 
Aun frente a las promesas de misericordia divina que predican  las diferentes religiones, hay que decirlo: ni siquiera  en el caso de un cataclismo universal que amenace la permanencia de la Humanidad en la Tierra, Dios intervendrá para salvarla.

Según se dice, gravísimas amenazas penden sobre la existencia de la humanidad: el calentamiento global; un virus biológico incontrolable; un desastre nuclear; el impacto de un meteorito; una gran ráfaga solar; una explosión de rayos gamma; los super-volcanes;  los super-terremotos, etc.etc.

Han sido tan numerosas las predicciones acerca del fin de la Tierra, y se han repetido con tanta frecuencia sin que hayan tenido lugar, pese a la fecha asegurada,  que  cada vez más caen el descrédito.  Sin embargo, existe una realidad que nadie puede negar, y es el hecho de que jamás había cruzado la Humanidad por una crisis múltiple y grave,  extensa e intensa, horizontal y vertical, como la que está padeciendo en todos los niveles y sectores. No es necesario ser filósofo, ni  teólogo, ni científico, para darse cuenta de cómo crecen cada día más el odio, la intención perversa, el espíritu de la separatividad y de la guerra, el ánimo de destrucción total, la visión superficial de la vida,  el egoísmo, los bajos intereses,  la soberbia, la usura, la hipocresía, la codicia, y el ansia de vivir a expensas de los demás, en todas las esferas: doméstica, nacional e internacional. Jamás la familia y las relaciones de pareja habían estado tan descompuestas. Jamás habían reinado tantas contradicciones en las relaciones de los Estados. La crueldad, así como la división, la discriminación y el irrespeto por la vida, se acentúan  cada vez más. Hoy, para un fanatismo religioso-político a ultranza, no es suficiente dar muerte al enemigo, sino que hay que vejarlo, envilecerlo, maltratarlo hasta lo indecible, y decapitarlo, después de la búsqueda de su aniquilación moral, que implica el desprecio más infame contra los cadáveres.

Por otra parte, no es necesario pertenecer a una u otra secta metafísica, para admitir que ese cúmulo negativo obscurece y entorpece el ambiente de lo humano, impidiendo el entendimiento y cerrando paso a la buena voluntad.  Y todo esto sin mencionar la opinión de los metafísicos cuando afirman que los malos pensamientos y los malos deseos  que zigzaguean por todas partes, generan una alta carga de vibraciones crecientemente negativas que impiden el ascenso espiritual de la Tierra y atraen y fomentan las causas de su destrucción.

La Humanidad gira en un nefasto círculo viocioso:  aquel ambiente negro, de perversa separatividad, impide que los humanos lleguen a un acuerdo que contribuya a su salvación; y la salvación parece imposible porque los seres humanos, con su indiferencia, su obcecación o su  volubilidad, cierran puertas a todo entendimiento básico.

Siendo todo ello así, no parece imposible que la existencia misma de la Humanidad se encuentre al borde del abismo, y en forma irremediable.

La gran mayoría de los seres humanos, mientras no realiza esfuerzo alguno  por su parte, pues permanece dedicada al vicio y la degradación moral, o se mantiene sumergida en la indiferencia o en la postergación,  confía  en que “la infinita misericordia de Dios” impedirá el cataclismo universal y el perecimiento de la raza humana. Porque es absolutamente imposible que el Padre Dios no vele por sus hijos...

Pero, al parecer esto no será así: el Maestro Omraam  Aivahov expresa que por cuanto Dios acata la ley del libre albedrío, aunque quisiera no puede intervenir para salvar del cataclismo a la Humanidad: ésta ha escogido el camino del mal, y debe atenerse a sus consecuencias.

Y no sería imposible la desaparición de esta Humanidad, cuando muchas otras anteriores perecieron irremediablemente.

 “La Inteligencia cósmica  no se acercará a la Humanidad, -dice Aivanhov-. Ya desaparecieron tantas humanidades, que si ésta también desaparece por su propia culpa, la inteligencia cósmica no se conmoverá demasiado…Si nos empeñamos en hacer todo lo posible para ser destruidos, ella permanecerá imperturbable, no intervendrá, nos deja libres”.

¿Qué Aivanhov está equivocado, porque esta religión y la otra y la de más allá afirman lo contrario y confían en “la infinita misericordia de Dios y en el amor de Dios a sus criaturas”? ¿Qué no hay por qué creer a los “falsos profetas”? ¿Que si Aivanhov no es católico o no es mahometano o no es de los escogidos testigos de Jehová? Bien. Cada uno crea lo que quiera. Pero, yo pregunto, por mi parte: ¿Y si Aivahov tiene razón? ¿Y si es como afirma este Maestro? ¿La prudencia, la sensatez  más elemental no nos dice que lo tengamos en cuenta “por si acaso”?  Pues, “por si acaso”, vayamos tomando consciencia, enmendémonos, corrijamos el rumbo, rectifiquemos y aboquémonos a salvar  a la Humanidad, porque si ella no lo  hace, nadie lo hará por ella...Comencemos por abrirnos a la generosidad, porque sólo en ella radica la salvación...