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EL PROTEGIDO DE DIOS
Cuando llegaron a la tierra egipcia, el
Faraón, confiando en Abraham quien había presentado a Sara como hermana y no
como esposa, se acostó con ella a sabiendas de Abraham.
Un hombre llamado Abraham, cuya esposa era de
nombre Sara, fue escogido por Jehová, su dios, para ser cabeza de su nación.
Jehová lo colmó de bendiciones y le prometió
tierra, poder y riquezas.
Un día, debido al hambre que azotaba la
región, Abraham y su mujer tuvieron que
partir hacia Egipto para morar allá.
Cuando estaban por entrar en la tierra de Egipto, pensó Abraham que,
siendo Sara extremadamente hermosa,
seguramente a él no le iría bien y lo matarían si decían que eran esposos. Por
ello decidió se hicieran pasar como hermanos, pues sólo así podría irle bien a
él y conservar la vida aun a costa de Sara.
Abraham, protegido de jehová, a cambio de su
abominable complicidad recibió ovejas, vacas, asnos, siervos, asnas, camellos y
sirvientas.
Jehová desató su ira contra el Faraón porque
había tomado a Sara, yaciendo con ella, y le aplicó su justicia castigándolo a
él y a su familia con numerosas enfermedades. En cambio, dejó impune a Abraham
aunque había engañado al Faraón diciendo que Sara era su hermana.
Abraham y su familia fueron expulsados de
Egipto, como era de esperarse.
Todos guardaron silencio. Los que asumieron el
cuento como cuento de fe, quedaron abrumados por la sorpresa y el desencanto,
pues se trataba de pecados que jamás hubiesen supuesto en un patriarca de
aquella jerarquía.
Las arenas del desierto seguían allí,
plateadas por la luz de la luna, que esa noche se mostraba especialmente
brillante.