Prensa
Aquì cabe de todo
EL IGNORANTE
OSADO
Juan Josè
Bocaranda E
El hombre ignorante es osado. El
hombre sabio es prudente.
Un profesor
universitario, ya fallecido, de larga experiencia en la Escuela de Derecho de
cierta Universidad de Caracas, fue
convocado por el Congreso de la República, para proponerle el cargo de Magistrado de la Sala de Casación Civil de la
entonces Corte Suprema de Justicia. Le preguntamos si aceptaría y nos respondió
con humildad sincera, que no, porque no
se sentía preparado para ello y porque “ni siquiera sabía cómo hacer una
sentencia”.
Tuvimos
oportunidad de conocer los méritos morales, intelectuales y profesionales de
nuestro amigo. Estamos seguros de que hubiese honrado como el que más el cargo
que se le ofrecía. Era autor de varias obras de Derecho que siguen siendo de
permanente consulta en las aulas; gozaba de calificado prestigio en el
ejercicio de la profesión. Sin embargo, rechazó la oferta.
Un
expolicía de la Metropolitana de Caracas, quien acababa de ser liberado de la cárcel,
donde había purgado ocho años por la perpetración de un homicidio, a la
pregunta de si aceptaría el cargo de Juez que le ofrecieran, respondió, mirando
al interlocutor de arriba abajo, como
ofendido por la duda: “¡De b…Claro que sí ¡”. El cuarto grado de educación primaria
daba para eso y para mucho más.
Dos respuestas antagónicas.
Dos actitudes completamente contrarias. Sabiduría contra estupidez. Prudencia
contra precipitación. Reflexión contra irracionalidad. Ponderación contra osadía.
Superioridad frente a mediocridad.
El expolicía: La ignorancia es
osada. El ignorante es atrevido. No sabe medirse a sí mismo. No percibe la
distancia ni los límites. No se detiene a pensar, ni por un instante, en
cuestiones de capacidad. Para él no sólo es innecesario, sino que, simplemente,
no existe el tema de la preparación. Le resulta suficiente el acomodo y el respaldo
incondicional de quienes lo han ubicado en un lugar que no le corresponde. Está
dispuesto a permitirlo todo, a tolerar todos los desmanes y a ocultar todos los
errores: es la triste moneda que tiene que pagar para mantenerse en el cargo o
para que lo transfieran a otro cuando las circunstancias obliguen. Lo suyo y de
quienes lo elevan para utilizarlo, no es
cuestión de simples poses “éticas”: es algo mucho más profundo, de más largos
alcances, de mayor trascendencia: es asunto de responsabilidad moral. De
responsabilidad para con el país y para
con su futuro.
El
profesor: La sabiduría es prudente. No en vano la define la Biblia como
“prudencia inteligente”. El hombre sabio y prudente recibe grandes alabanzas en
el Libro Sagrado: “El corazón del sabio hace prudente su boca. Con sus labios
aumenta la doctrina (Proverbios 16:23).En los labios del prudente se halla
sabiduría (Proverbios 10:13). La lengua
de los sabios adornará la sabiduría, mas la boca de los necios hablará sandeces
(Proverbios 15:2).
¿Cuántos hombres prudentes y sabios conocemos? ¿De
cuántos osados estamos hablando?