UN CIENTÍFICO NEANDERTAL Juan José Bocaranda E



Prensa
UN CIENTÍFICO NEANDERTAL
Juan José Bocaranda E

                                                Los cientiorates abundan más de lo que se cree


A la inquietud científica debe la Humanidad valiosas contribuciones. Pero, del mismo modo,  la ociosidad científica ha hecho de ella una cobaya de consecuencias criminales.

O los científicos son seres humanos o no lo son. Si lo son –como dicen o creen serlo- no pueden escapar, aunque lo pretendan, a las exigencias éticas, porque todo ser humano, por el solo hecho de serlo, es sujeto de responsabilidad moral por sus actos de acción o de omisión...¿O es que, realmente, algunos de los llamados “científicos” son inhumanos?

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Hace algunos años un antropógo, cuando vió en mis manos un libro de Mario Bunge, específicamente “Ética y Ciencia”, dejó escapar los incendios del odio más recalcitrante contra “los filósofos entrometidos que pretenden cerrar paso al avance de la ciencia, con sus pretextos metafísificos” y bla, bla, bla...

Yo le dejé hablando solo. Me largué de allí, pues no tolero a los inconscientes que, por empuñar un título como una daga, se juzgan con derecho a proponer o realizar los mayores disparates, sin tener presente los límites morales.

En esta línea torcida se encuentra cierto profesor  de la Universidad de Harvard, experto en biología, quien ha propuesto  a la comunidad científica que, a través de la ingeniería genética y en un proceso de cambios llevados a cabo sobre los genes de una célula madre de un humano moderno, se resucite al hombre de Neandertal. Agrega una nota de prensa  que “la célula con ADN neandertal sintético se introduciría en un embrión de apenas cinco días, que a su vez se implantaría en una madre voluntaria. A los nueve meses, la mujer pariría un bebé similar a un neandertal”. El científico sostiene que en su laboratorio de la Escuela Médica de Harvard, ya han desarrollado la técnica para lograrlo. "Podemos clonar todo tipo de mamíferos, así que es muy probable que podamos clonar un humano. ¿Por qué no podríamos hacerlo"? "Hacer esto  no está prohibido en todo el mundo. Y, por otro lado, las leyes pueden cambiar".

Claro que las leyes pueden cambiar –observamos nosotros- Lo que no cambia es la exigencia de la responsabilidad moral, si bien estos asuntos tienen sin cuidado a tanto sabiondo que anda por allí, procurando enlodar las aguas más de lo que ya están, en vez de dedicar sus esfuerzos hacia objetivos útiles para la Humanidad.

El flamante catedrático ha hecho un llamado a las mujeres del mundo, para que ofrezcan el vientre y gesten, aun  con riesgos imprevistos,  a un primitivo más, como si no fuesen suficientes lo primates que nos topamos todos los días entre los vecinos, entre ciertos “amigos”, y en las calles, en las estaciones del Metro, en los supermercados, en los estacionamientos, en las clínicas, en los hospitales, o fungiendo de mecánicos, choferes de autobuses o de taxis, motorizados, estudiantes, comerciantes, “lustrosos profesionales”, maestros de escuela,  jueces, profesores universitarios y hasta “inofensivas” amas de casa.

La oferta es tan tentadora que muchas damas se han inscrito como candidatas a ser madres guiness, con todas las consecuencias de fama y de dinero que de allí habrán de derivar.!Cómo se ve que los neandertales, al igual que las mascotas, tendrán más suerte que tantos niños que deambulan en el desamparo, por las calles del mundo¡. Lamentablemente, los neo-neandertales vendrán con un apetito de largos milenios, y dejarán desoladas las carnicerías, quedando para nosotros las chucherías y  la comida chatarra…Y ojalá no les agraden las arepas, porque nos las pondrán cuadradas…

El neandertal  preexistió a nuestra especie hace nada  menos que 30mil años. Por lo tanto, vendría a convivir con nosotros con un nivel mental mucho más bajo, generando conflictos de primer orden en las interrelaciones “humanas”. Por ello los futurólogos de la educación deberán ir concibiendo desde ya planes e instituciones de estudio sui generis, para que no resulte demasiado letal el choque cultural que ocasionará el nuevo vecino,  y para que los niños neandertales no se desarrollen con complejos de inferioridad…Pero, menos aun, de superioridad,  pues con los megalómanos, engreídos, orondos, espetados, supremáticos, hoscos, groseros, goriloides, sabiondos, bocones, acaparadores y miserables morales de nuestra especie, que por desgracia nos rodean todos los días, tenemos más que suficiente…

¿Para qué neo-neandertales, si basta y sobra con el distinguido  homo réquete-sapiens de nuestra especie que  quiere acabar con todo vestigio de vida sobre la Tierra, desatando guerras sangrientas y a mansalva para probar la eficacia de los nuevos inventos de la industria armamentista o para apoderarse de las riquezas naturales de otros países; creando nuevas cepas de virus a expensas de la salud, de la vida y de la economía de millones de seres humanos; desolando los bosques y extinguiendo las especies y dejando sin agua aun los más alejados rincones del planeta, en función de sus ingresos pecuniarios?

En fin, si de lo que se trata es de superpoblar la tierra con voraces chupópteros de la prepotencia y de la usura, mejor dejar las cosas como están (o como “no están”) y que los genes y los comejenes de hoy sigan en su labor normal, haciendo convivir seres humanos “semi-evolucionados” con otros que están muy lejos de serlo,  y que portan las cargas del engaño, del egoísmo, de la codicia, del atropello y de la ira violenta.

Las universidades y las instituciones abocadas a la investigación científica y, especialmente, las que se dedican  a los asuntos de la genética, deberían estar alerta respecto a la gente que allí presta servicios. Es deber moral suyo controlar los procedimientos con claridad en los objetivos. El colmo sería que las propias universidades y ese tipo de instituciones, contribuyesen a hundir más a la Humanidad, en lugar de favorecerla. Más aun cuando se trata de investigaciones pseudocientíficas, como sin duda lo son aquéllas que pretenden sacrificar a los seres humanos en aras de  apetencias egoístas y del deseo secreto que les alientan la megalomanía y la sed de fama.