Aquí cabe de todo
Prensa
LA ÉTICA DEL BUEN PIRATA
Juan José
Bocaranda E
Un violador de menores acaba de ser
sentenciado. Muchos de los reclusos, castigados por la perpetración de otro
tipo de delitos, como homicidio, robo a mano armada u otros hechos graves, lo
esperan para convertirle la vida en un infierno: será (mal)tratado conforme a
las reglas de los presos, quienes no tendrán autoridad moral, pero sí normas
“éticas”. Porque, como escribe Bertrand Russell, en toda comunidad hay
acciones que se consideran de cumplimiento obligatorio y acciones que se
reputan prohibidas, es decir, “acciones loables y acciones reprobables”
(“Sociedad humana: ética y política”). Se trata, entonces, de una ética
inmediatista, que se reduce a un conjunto de normas establecidas por un grupo
social en función de sus intereses más concretos, sin ninguna otra
consideración, es decir, independientemente de la noción auténtica del bien o
del mal. O, para ser más exactos, conforme a la noción particular de bien y
de mal que el grupo haya asumido como tal de acuerdo con su conveniencia
práctica. Por ello, según
el filósofo británico, hasta los piratas tienen su ética: en la tripulación de
un barco pirata hay acciones obligadas y acciones prohibidas, acciones dignas
de alabanza y acciones que la comunidad reprueba y castiga. “Un pirata tiene
que mostrar valor en el combate y justicia en el reparto del botín; si no lo
hace así, no es un ‘buen’ pirata”…Y agrega que “cuando un hombre pertenece a
una comunidad más grande, el alcance de sus obligaciones y prohibiciones se
hace más grande; siempre hay un código al cual se ha de ajustar bajo pena de
deshonra pública”.
Así pues, la
estructura de la ética del “buen pirata”, está compuesta por un conjunto de
reglas establecidas por el grupo, con absoluta independencia del bien o del
mal verdaderos; y por dos valores supremos: denuedo en el combate y justicia
en el reparto del botín. Solo el cumplimiento de estos “valores” debe ser
loado como “bueno”. Lo demás es ser
“mal pirata”. Todo lo cual nos lleva a plantear las cosas a fondo:
bajo esa concepción pragmática no cabe
la Moral, de carácter profundo, trascendente, pues allí no existe sino una
ética de fines burdos, regida por el principio de supervivencia que no toma
en cuenta la intimidad espiritual del ser humano, ni su ascenso como tal,
pues no corresponde a valores auténticos ni a fines intrínsecamente
plausibles. Porque si los actos del pirata, si su valor, están dirigidos a
causar el mal a otras personas, a matar y a robar, y si la distribución del
botín es también mala porque el origen de esos bienes es malo, se infiere que
la tal ética nada tiene que ver con el bien auténtico, con la justicia
verdadera, con los valores perennes, pues se trata de normas de
comportamiento intrínsecamente reprochable.
Y ello les resta trascendencia real. El pirata tendrá, en su medio, un
comportamiento ético conforme a los parámetros de la piratería, pero no
un comportamiento moral, toda vez que
el bien verdadero queda no sólo marginado sino también violado.
|
Pese a lo
dicho, existen sujetos peores que los piratas: se trata de aquellos políticos
que se manejan con una moral
doble. Y son más reprobables que los
piratas porque éstos por lo menos no niegan que lo son; no poseen dos caras.
Son piratas y no tienen interés en negarlo u ocultarlo. Andan merodeando bajo
banderas de tibias y calaveras. Asaltan. Golpean. Matan. Arrebatan y reparten
el producto de la rapiña. Pero no ocultan lo que son. De manera que con esto
llevan un punto de ventaja sobre los políticos hipócritas que tienen una moral para la fachada, “para cumplir con la ley”,
expresada en hermosos principios de corte “democrático” y de “los altos
valores, de la verdad y a la justicial”; y una moral oculta, torva, manejada
en lo oscuro, que se arrastra hacia
objetivos reñidos con aquellos principios y valores. Porque los fines reales
de estos sujetos radican en tomar el poder para disfrutar de su posesión en la forma más grosera posible, contra los
intereses del pueblo y del país; y en
favorecer sus propios intereses económicos y financieros a toda costa
y en forma salvaje, recurriendo a medios y procedimientos evidentemente
reñidos con la Moral auténtica.
Existe la ética
del “buen pirata”, pero también existe la ética de “los buenos políticos”. ¿Cuál
de estas “éticas” es la más perniciosa?
|