En esta sección, algunos de nuestros artículos publicados en el
Diario El Sol de Margarita, Estado Nueva Esparta, Venezuela.
TRABAJO Y AUTOESCLAVITUD
Hace muchos años conocimos a una mujer
que dedicò su vida a fabricar alpargatas. Casi relamiéndose de gusto, realizaba
su tarea con el primor de las hadas tejedoras. Mientras tanto, sonreía y
cantaba y a veces interrumpìa el canto con algún comentario jocoso. Daba
verdadero gusto contemplarla. !Còmo se veìa que no trabajaba como una esclava!
Pero, ¿què
tiene que ver todo esto con la esclavitud? El esclavismo
desapareció cuando lo sustituyò, progresivamente, el feudalismo. Pero, en
concreto, la esclavitud se resistió durante muy largo tiempo. En Venezuela fue
abolida por decreto del presidente Josè Gregorio Monagas, el 24 de marzo de
1854. Y en los Estados Unidos, para todo el país, en 1865. Sin embargo, pese a
tanta alharaca con los Derechos Humanos, se estima que en la actualidad hay
entre 12 y 27 millones de esclavos, principalmente por causa de deudas, sobre
todo en el Sur de Asia, y debido a la trata de mujeres y niños.
Ahora bien,
no es nuestro propósito referirnos a la esclavitud como sumisión en manos de
otro. Màs bien nos referiremos, hoy, a una clase especial de esclavitud, como
lo es aquèlla que nos imponemos a nosotros mismos al influjo de una mentalidad
negativa, que genera lo que deberíamos llamar “auto-esclavitud”.
En la auto-esclavitud no hay amos
y esclavos, cómitres y forzados, látigos y laceraciones infligidas por personas
ajenas a nuestra propia voluntad. Esta clase especial de esclavitud es el
trabajo, el oficio, el empleo, el cargo, la profesiòn mal apreciados, cuando
constituyen para nosotros una carga ingente y forzosa que debemos soportar
todos los días y que implica levantarnos con sueño, con disgusto y
desgano, para salir a toda prisa al lugar de trabajo, donde pasaremos
todo el dìa, y regresar a casa, màs de 8 horas después, trayendo la idea de esa esclavitud y que allì se
expresa en malestar y discusiones y hasta en
horrorosas pesadillas. Esa esclavitud nos consume las 24 horas del dìa y
copa nuestras semanas, nuestros meses y nuestros años, doblegàndonos,
envejeciéndonos, debilitándonos y hasta atrayéndonos enfermedades, agobiados
por el mal humor. Todo porque realizamos nuestra labor a desgano. Porque no
estamos a gusto con ella. Porque no la amamos. En síntesis, porque odiamos
nuestro trabajo. Porque en vez de constituir motivo de alegría, de
satisfacción, de agrado, es un peso que, si no fuese por la familia y por que
necesitamos subsistir, arrojaríamos muy lejos.
Miràndolo bien, entonces, el
número de esclavos en el mundo de hoy, (sumando esclavitud y auto-esclavitud)
es escandaloso, y a esto se debe, en gran parte, que la Humanidad sea infeliz.
Para contrarrestar la
auto-esclavitud no son suficientes ni
las Leyes del Trabajo, ni los Dìas del Trabajador, ni los discursos del 1º. de Mayo. Porque lo
fundamental es lo que va dentro de nosotros, en nuestro espíritu, en nuestra
mente, en nuestro corazòn. Realizar un trabajo “forzado”, no sòlo constituye
una esclavitud que nos imponemos a nosotros mismos, sino también un acto
contìnuo de inmoralidad porque estamos ocupando un puesto que no merecemos y
que podría realizar otro en forma màs positiva y con mejores resultados. Tiene
razón Gibran Khalil: “si no puedes trabajar con amor sino con
desgana, mejor será que abandones el trabajo y te sientes a la puerta del
templo a recibir limosna de los que trabajan con alegría”.
Deberìamos imitar a la fabricante
de alpargatas: tornar agradable el trabajo, disfrutando no tanto del logro como del proceso. No tanto de las alpargatas
fabricadas como del tiempo invertido en la fabricación, con alegría.
La productividad de un país no
depende del monto de las remuneraciones sino del espíritu y del amor a la tarea que estamos
realizando, y de la mentalidad con la
que la asumamos, en la ciudad o en el campo, en la fàbrica o en la oficina, en el
laboratorio o en el taller, en la industria o en la artesanìa, en el comercio o
en las escuelas o universidades….No hay peor esclavitud que la que nos
imponemos a nosotros mismos…