LA CLAVE IUS-ÈTICA DE HOY.
UN DERECHO RADICALMENTE NUEVO
Juan Josè Bocaranda E
A finales de la primera mitad del Siglo XX, el
Derecho se dio cuenta de sus limitaciones. Después de haber comprobado por su
propia experiencia cómo el nazismo lo había manipulado abusivamente,
utilizándolo para revestir con ropaje jurídico los más graves atropellos
contra la esencia misma de lo humano, se sintió obligado a buscar ayuda en la Moral. Porque sólo ella,
por causa de su naturaleza, podía otorgarle la firmeza axiológica superior que
hubiese logrado evitar tan grave desviación.
Lo anterior significa que una concepción
estrictamente jurídica de lo jurídico, no constituye base firme para que el
Derecho pueda marchar a impulsos de su sola entidad: se requiere del apoyo
de la Moral, lo que trae como consecuencia la necesidad de que no se limite
hoy al control puramente externo del conglomerado social, sino que se erija en instrumento colaborador para el ascenso de la
Humanidad.
En el mundo crecientemente complejo de hoy, se
precisa adecuar las instituciones a las necesidades históricas y sociales, y
que el ser humano haga honor a su nivel de evolución, exigiendo el hallazgo de
nuevos medios de reivindicación de la Justicia y la implantación de las
condiciones requeridas para el sosiego de la Humanidad.
Estamos viviendo una realidad crecientemente
peligrosa para la supervivencia del Mundo: como escribe Ricardo Morales Basadre
(Hacia una ética global y una ética pública), vivimos "situaciones
colectivas de alto riesgo", como "la amenaza de la energía atómica,
el sombrío panorama ecológico o los riesgos de la manipulación del caudal
genético del hombre".
Aumenta, además, el número de naciones provistas
con armas atómicas, y el de individuos y grupos dedicados a un terrorismo
atroz. Los Estados realizan esfuerzos para contrarrestarlo y dominarlo a través
de medios represivos y jurídicos, con la ilusión de que ello será suficiente,
sin profundizar en el estudio de las causas, pues ignoran sus propios defectos,
que se sintetizan en uno substancial: la falta de autenticidad
moral. Se autodenominan "Estados de Derecho", y en ello se
complacen, sin pensar que el Derecho no funciona cabalmente sin la convicción
moral de su necesidad. Se aferran a la concepción meramente externa del
Derecho, definiéndolo dogmáticamente como simple regulador de las relaciones
del hombre en sociedad, sin mirar que tales relaciones no pueden ser eficaces
si pretenden sustentarse a sí mismas, es decir, sin que el andamiaje jurídico
se apoye en un "piso" de solidez espiritual, y sin que les alimente
una teleología superior.
Por estas razones, la Humanidad espera la conformación
de un Derecho radicalmente distinto, y
exige al Estado un criterio más elevado de calificación del funcionario
público, que vaya mucho más allá y por encima del simple enfoque jurídico: ese
criterio es la idea de responsabilidad moral, cónsona con un Derecho
Nuevo que, por cuanto se conjuga substancialmente con la Moral, debe
recibir una denominación igualmente
nueva: nosotros proponemos el término Ius-ética.