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LA ESTUPIDEZ EN EL DERECHO Y LA LEY CONTRA LA DESAPARICIÒN DE PERSONAS.
Juan Josè Bocaranda E
En la historia de la estupidez humana escrita por Paul Tabori hace varios
años, hay que incluir un capìtulo nuevo respecto a LA ESTUPIDEZ EN EL DERECHO
DEL SIGLO XXI. Y lo decimos a propósito de la inminente LEY CONTRA LA
DESAPARICIÒN DE PERSONAS que será aprobada en cierto país dentro de pocos
meses. Paìs donde se hicieron humo cuarenta y tres estudiantes cuyos cadáveres no
aparecen por ningún lado y que –suponemos nosotros- fueron arrojados al mar
para que se los comieran los tiburones, pues las autoridades andan con evasivas
que incrementan las sospechas.
El propósito de aquella ley radica
en aprobarla y publicarla para que surta efectos inmediatos. Apenas salga a la
luz, los violentos, los secuestradores, los asesinos, los traficantes de drogas
y de carne humana, se retiraràn a sus aposentos monacales, y reinarà la paz.
Por su parte, los ciudadanos deberán
reconocer agradecidos los esfuerzos bondadosos y democràticos de un gobierno
evidentemente preocupado, e irse a dormir tranquilos.
Esa ley tendrà alcances algo màs que
mágicos: en realidad milagrosos. Y no podría ser menos. Què otra cosa se podría
esperar de un cuerpo de congresistas de santidad evidente, que transpiran buenos
sentimientos, sanas intenciones, altruismo, caridad, desprendimiento, abnegación
y tantas otras virtudes sin cuya presencia sería absolutamente imposible el
poder de hacer milagros, tan sòlo con alzar la mano para dar el voto en la asamblea…y
ya. Pan comido. Por algo entre las cualidades que debe llenar todo candidato polìtico
està la que se refiere al poder taumatúrgico, reservado por el Cielo a los màs
puros, a los màs dispuestos a desagrarse por el bienestar del pueblo.
Es tan estúpida la finalidad de
aquella ley, que representa màs bien la burla sangrienta de un gobierno que juzga a sus ciudadanos
suficientemente bobos como para quedar satisfechos y felices. Lo que significa que los
gobernantes yacen bajo una montaña de falsedades e intereses bastardeos, que los arrastran a la
barbarie y a la perversión. Todo en función del ansia de poder y de dinero.
El narcotráfico es un cáncer tan
fuerte, que se extiende por todo el organismo social, y no habrá ley tan buena que
lo frene y extinga sus consecuencias, aunque luzca evidentemente milagrosa.
Ninguna ley, por “virtuosa” que
parezca, suprime las causas del mal que subyace en todo ello.
Esa ley es sòlo un maquillaje. La “procesión”
va por debajo…